¿Una, dos, tres veces a la semana? ¿Dos
veces por mes? ¿Cuánto sexo necesitamos las mujeres? ¿Es cierto que menos que
los varones? Mitos, realidades, mucha bibliografía escrita al respecto. Y
también algo de conocimiento callejero, de ese que ha animado a los varones a
bromear con la cuestión: “A las chicas siempre les duele la cabeza”. Y a nosotras, a repetir: “Es que ellos van directo al grano y quieren todos
los días”.
La realidad es que cada mujer es un mundo y que el
deseo femenino está atravesado por un montón de factores que lo determinan. Desde detalles románticos y eróticos hasta una buena
charla; pasando por los vaivenes hormonales, la autoestima, la capacidad de
ejercicio de la libertad… Por
eso, es más que difícil juntar todos estos ingredientes en la coctelera para
que el resultado sea un encuentro perfecto.
Con los muchachos, en cambio, el motor que activa el sexo, necesita de menos ingredientes. Para ellos es una cuestión de química. Y muchas veces solo con la visión de su compañera de juegos se estimulan y aparece el deseo y la erección.
Hay otro factor que entra en juego a la hora del sexo y que no podemos obviar: la rutina. La adaptación a lo cotidiano y a lo doméstico afecta la libido de la pareja. Y a las mujeres, una sexualidad marcada por los horarios del día a día, casi mecánica, nos deserotiza.
¿Hacemos poco el amor? ¿Demasiado?
Quién sabe, todo depende del cristal con que se lo mire. Hacer el amor mejora
ostensiblemente el ánimo. Provoca un descenso en los niveles de presión
arterial, mejora los trastornos de ansiedad y del sueño.
Organizar
programas en pareja que alejen de la rutina y permitan nuevas experiencias,
seguramente enriquecerá el vínculo y aumentará nuestro deseo sexual. Aquí te
comparto tres sugerencias para que la frase "Hoy no tengo ganas, mi
amor" sea una constante en tu relación.
El sexo en parejas de larga duración]
¿Qué
hacer para reactivar el deseo? ¿Cómo lograr que la vida agitada y el estrés no
posterguen nuestra sexualidad? ¿Y que
estemos satisfechas con la frecuencia con la que tenemos sexo? Dándole a la
pareja el lugar que le corresponde como entidad independiente, más allá de los
hijos, del trabajo; incluyendo la imaginación, las fantasías (el mejor
afrodisíaco), el juego, la sorpresa. Y practicando. Porque no es un mito aquello de que
cuanto más sexo se tiene, más se quiere.
Los años de pareja en común suponen intimidad, complicidad y confianza:
condimentos esenciales para disfrutar de un espacio tan íntimo y particular
como es el encuentro amoroso. Tiene que ver con el placer de reencontrarse con
el perfume del otro, con la misma piel y los movimientos recorridos alguna vez.
El ser humano
cambia constantemente, no le gusta siempre lo mismo. Cuando hay confianza,
también existe la posibilidad de hablar del displacer; a muchas parejas de larga duración les
resulta difícil poner en palabras la necesidad de un cambio, por temor a
herir al otro. Y por este miedo, la relación se estanca, se deteriora.
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