Copiado de De Yahoo Mujer | Hablemos de sexo
https://pe.mujer.yahoo.com/blogs/hablemos-sexo/Mientras hasta hace no muchos años el sexo era un tema tabú del que no se hablaba públicamente, hoy casi no quedan barreras por vencer: tamaño, cantidad, periodicidad, todo se habla, se discute y se compara.
La satisfacción sexual es
considerada por muchos como sinónimo de calidad de vida
Detrás de estas charlas públicas sobre
el sexo, algunas más superficiales, otras no tanto, aparece un tema que muchas
veces no se nombra pero siempre está: la satisfacción sexual. Ya casi nadie se
anima a desestimar su importancia para la vida personal, casi tanto como la
satisfacción en cualquier otro ámbito, como el laboral o el económico. La
satisfacción sexual, entonces, es abiertamente sinónimo de calidad de vida.
Consultas sexuales más frecuentes
- ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de satisfacción sexual?
- ¿De cantidad de orgasmos?
- ¿De cantidad de encuentros íntimos por semana, o por mes?
- ¿Alguien sabe qué es la satisfacción sexual?
“La satisfacción sexual es una sensación
de placer. En la sexualidad, un sujeto que se siente feliz es porque tiene
sensación de plenitud”, explica en conversación con Yahoo Mujer la psicoanalista
Esther Any Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA
por sus siglas en inglés) y autora del libro Sexo a la Carta.
LA SATISFACCIÓN SEXUAL DESENMASCARADA
¿Es medible?
La
definición deja poco lugar a dudas, sin embargo, la búsqueda de la satisfacción
sexual es un tema central del ser humano, sobre todo en estos tiempos de
constante diálogo público sobre el sexo. ¿Hay una manera de medir la
satisfacción sexual? ¿Cómo sé si estoy satisfecho con mi vida sexual? Para
Krieger, hay una gran confusión entre calidad y cantidad. “El problema aparece
cuando a la satisfacción sexual se la empieza a cuantificar. Hay una búsqueda
de medir y de ponerle un número a todo, de digitalizar el placer”, explica.
Ponerle cifras a la satisfacción
sexual puede hacer que disminuya el placer
Esto, dice la especialista, es un problema,
porque precisamente al ponerle cifras y metas al sexo, el sujeto empieza a
sentir una presión que anula el placer. “Si empiezo a poner objetivos a
alcanzar, como cantidad de orgasmos, o de tiempo, paradójicamente la persona
empieza a sentir menos placer”. Esto, asegura, termina desembocando muchas veces en disfunciones sexuales, porque la persona hace de
esa presión un síntoma que termina en angustia.sentir menos placer”. Esto, asegura, termina
desembocando muchas veces en disfunciones sexuales, porque la persona hace de
esa presión un síntoma que termina en angustia.
¿Cuán frecuente debe ser la
actividad sexual?
¿Hay
condiciones que predisponen a la satisfacción sexual?
Según un artículo
publicado en la revista Psychology Today por Noam Shpancer, doctor en psicología, docente
en Otterbein College y psicólogo clínico en Columbus, Ohio; las personas sanas
están más satisfechas sexualmente, mientras que las personas con problemas
físicos (enfermedades del corazón, diabetes) y psicológicos (depresión,
ansiedad) tienen menor nivel de satisfacción.
Una mayor asertividad sexual predice una
mayor satisfacción también
Pero
también hay factores del contexto que influyen en esto, como las buenas
relaciones sociales. Por el contrario, aquellos que han sufrido abusos o trauma
sexual, evidencian niveles más bajos de satisfacción, lo mismo que aquellos que
sienten culpa moral por las relaciones sexuales.
Por
otro lado, dice Shpancer, la satisfacción sexual va de la mano de la calidad de
la relación. Aquellas personas con buena comunicación y apoyo mutuo la
experimentan en mayor medida. Esto es porque en el ámbito de una relación, la
asertividad sexual (la capacidad para defender su posición, establecer límites
claros, aclarar lo que quiere y necesita en el sexo, lo que funciona para uno y
lo que no) predice una mayor satisfacción. Además, según dicho especialista,
las personas que tienen personalidades similares a la de su pareja tienden a
experimentar una mayor satisfacción sexual.
Pero más allá de estos factores, todavía puede pasar que aunque la persona se mantiene alejada de los estereotipos de rendimiento sexual, no encuentre en su compañero estable u ocasional aquello que la hace sentirse sexualmente satisfecha. Para Krieger, esto es un dilema sin respuesta. “¿Por qué una persona encuentra tensión o ganas con una persona y con otra no? Eso es un misterio, por eso es imposible ponerse a negociar con el otro la propia satisfacción sexual. O esa satisfacción se encuentra o no se encuentra”, explica.
Y esto es así, dice la especialista, porque el deseo, que es privativo del ser humano, no es domesticable. “Cuantificarlo, querer ponerle un número, una cantidad, es un intento de domesticarlo, y es imposible”, dice.
En este punto, asegura Krieger, la clave para que la persona no sienta una presión que la lleve a dudar de su satisfacción sexual, es que esta búsqueda del placer es absolutamente individual. “Hay que entender que cada sujeto desarrolla su propia satisfacción sexual, es algo absolutamente particular”.
Relacionado: Matrimonios no consumados
En un matrimonio no consumado, no se ha
llevado a cabo la penetración.
Lo que define a un matrimonio no consumado, es la incapacidad para llevar a cabo la penetración intravaginal.
No se trata de una decisión voluntaria, sino que, por el contrario, se vive con pudor, vergüenza e incluso con
resignación. Aunque su tratamiento no solamente es posible, sino
hasta bastante sencillo y con buenas posibilidades de éxito, las parejas
ocultan su dificultad durante mucho tiempo y no se animan a consultar.
Eugenia (30 años): Yo deseo mantener relaciones con mi novio pero cuando él lo intenta siento que se me cierra la vagina. Nunca pude hacerme un control ginecológico ni un papanicolau.
Eugenia (30 años): Yo deseo mantener relaciones con mi novio pero cuando él lo intenta siento que se me cierra la vagina. Nunca pude hacerme un control ginecológico ni un papanicolau.
Juan
Carlos (38 años): Con mi esposa llevamos tres años de
matrimonio y nos queremos mucho, pero todavía no pude penetrarla y eso nos
atormenta a ambos, nos sentimos como dos monstruos enfermos. Ahora la situación
nos preocupa más porque, además de que nos interesa resolverlo para gozar de
nuestras relaciones, deseamos tener un hijo.
Estas parejas, en general, se quieren mucho, se divierten en la cama, se estimulan oral y manualmente, se excitan y pueden alcanzar el orgasmo pero la penetración es imposible. A veces es uno de los dos miembros el que aparenta tener el problema y otras veces son ambos. Él puede tener dificultades en la erección o ella padecer vaginismo. Ella puede tener una verdadera fobia a ser penetrada y él ser un eyaculador precoz o ambos padecer un deseo sexual inhibido.
Estas parejas, en general, se quieren mucho, se divierten en la cama, se estimulan oral y manualmente, se excitan y pueden alcanzar el orgasmo pero la penetración es imposible. A veces es uno de los dos miembros el que aparenta tener el problema y otras veces son ambos. Él puede tener dificultades en la erección o ella padecer vaginismo. Ella puede tener una verdadera fobia a ser penetrada y él ser un eyaculador precoz o ambos padecer un deseo sexual inhibido.
Las dificultades pueden alternarse en el
tiempo o ser concomitantes, pero siempre
es un problema de dos. Cuando él quiere penetrarla, ella
involuntariamente presenta una contracción de los músculos de la vagina; si
ella pudo relajarse él eyacula antes de la penetración vaginal.
Muchos
temores los invaden: a la maternidad o
paternidad, al embarazo, a ser desgarrada o lastimada, a sufrir, a dañar o ser
dañado en los genitales. Si bien no podemos hablar de causas en general, ya que
se ve cada caso de la pareja en particular, hay factores psicológicos (muchas
veces abusos sexuales en la infancia y antecedentes de violaciones),
familiares, educacionales, religiosos y del vínculo en sí mismo.
Lo que finalmente decide una consulta
suele ser el deseo de tener un hijo o el temor a que la relación se termine.
¿Existe un tratamiento efectivo?
¿Existe un tratamiento efectivo?
Así es, la terapia sexual está al
alcance de todos y ofrece un tratamiento corto, relativamente sencillo y con un
elevadísimo porcentaje de éxito. Se logra resolver, lo que durante años se
ocultó, en 10 a 15 sesiones. Incluso, exitosamente, he tratado parejas a
distancia.
Tal como dice Sylvia de Béjar: “Vivir sanamente el sexo es un placer al que
todos los mortales deberíamos acceder con libertad”.
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