¿Existe una normalidad sexual?
Copiado de De Yahoo Mujer | Hablemos de sexo
Muchas personas me piden en la consulta o vía e-mail
que les diga si determinada conducta sexual es normal o no. Cada una de esas
inquietudes apunta a una de las serias preocupaciones de gran cantidad de gente
en la sociedad actual. Al parecer, para muchas personas es importante saber que
encajan dentro de la normalidad y eso les brinda mucha tranquilidad,
independientemente del significado que se dé al término.
Por ejemplo, la frecuencia sexual es una fuente de
preocupaciones, dudas e inseguridades en un buen número de parejas y personas
que quieren saber cuál es la frecuencia normal con la que una persona debe
mantener relaciones sexuales. Por ello se preguntan: ¿cuál es la frecuencia
sexual “normal” para una pareja: una, dos o tres veces a la semana, o incluso
más veces?
La frecuencia es un tema que cada pareja tiene que
pactar, de acuerdo con sus propias necesidades, sin ajustarse a las
estadísticas. Más aún, obligarse a alcanzar determinadas frecuencias sexuales
suele repercutir negativamente en la intimidad. Mucho más que la cantidad,
importa la calidad de los encuentros y el
grado de satisfacción de
la pareja.
También, muchos me preguntan respecto al número de
orgasmos, tamaños, y determinadas prácticas sexuales, buscando una respuesta
que muestre la normalidad en cifras.
La normalidad es un término sumamente relativo, que
depende de muchas variables, y se halla influenciado por los niveles de
educación, el nivel socio cultural, y también se relaciona con la salud. Pero
nunca puede tomarse como un concepto estadístico.
Es importante saber que no existe un modelo de
sexualidad único. Cada persona o cada pareja tienen que encontrar lo que
realmente le gusta y satisface, así como lo que le sienta mejor y prefiera. La
base se encuentra en el respeto mutuo. El placer como experiencia personal no
se mide ni se evalúa, simplemente se disfruta.
Tal como dice, Wardel B. Pomeroy, “sería más fácil
borrar la palabra 'normal' de nuestro vocabulario antes que contestar esta
pregunta. Después de todo, desde el punto de vista de la salud física y
psíquica de un individuo, qué cosas hacemos sexualmente no es ni remotamente
tan importante con cómo nos sentimos cuando las hacemos”.
Es importante tener en cuenta al ser humano individual
y no al irrelevante, ilógico y psicológicamente dañino encasillamiento de las
conductas sexuales en "normales" o "anormales". Cabe
recordar un pensamiento del filosofo Epícteto: "A los hombres no les
inquietan las cosas sino las visiones que ellos tienen de estas".
Frecuencia
sexual: no define la calidad de los encuentros sexuales
En verdad, no podemos hablar de una normalidad en
cuanto a frecuencia sexual, en primer lugar porque el término normal remite a
un concepto estadístico y por otro lado, la regularidad con la que una pareja
haga el amor dependerá de lo que ambos sientan o quieran y también de lo que
crean que es lo suficiente y satisfactorio para ellos. Hay parejas que
sostienes relaciones sexuales con mucha regularidad y llevan una vida
matrimonial cruel, mientras que otras son felices en sus matrimonios y
sostienen relaciones una vez al mes.
Cuando surgen conflictos de frecuencia (una de las dos
personas desea tener relaciones más o menos frecuentemente que la otra), la
relación de pareja puede verse afectada. En estos casos es imprescindible que
se trabaje la comunicación sexual abierta y honesta, que se evalúen los motivos
por los que existe el cambio en el deseo, las alternativas de satisfacción que
uno u otro tiene, y que se fomente la intimidad emocional de la pareja
independientemente del aspecto sexual.
Pero hay algo cierto que puede hacer que una pareja
disminuya la frecuencia de sus relaciones y es el caer en la monotonía,
haciendo que en vez de que una relación sea divertida y apasionada, se llegue a
convertir en algo tedioso. Para esto la solución es usar
al máximo la imaginación en cada encuentro: adoptar diferentes
posiciones, hacer el amor en otros lugares que no sean la cama, y que hacen que
suba la adrenalina, (en la parte trasera del auto, en la cocina, la bañera, o
en algún hotel). Pueden también recurrir a cualquier jueguito que se les ocurra
o a los muy estimulantes comestibles en todo el cuerpo.
No se trata de centralizar el problema en torno al
número de relaciones que se tienen por semana, sino lo que esas relaciones
significan en términos de placer y satisfacción.
ORGASMOS FEMENINO Y MASCULINO
La presencia de la eyaculación en el varón marca una
importante diferencia entre los orgasmos masculinos y femeninos. El varón,
luego de haber eyaculado comienza una fase en la cual le resulta fisiológicamente imposible alcanzar otro
orgasmo o
eyacular nuevamente. Se trata del “período refractario”, dependiendo su
duración de varios factores como el cansancio, la edad, y el estímulo.
En cambio, la mujer puede alcanzar uno o más orgasmos sucesivos si se mantiene una estimulación adecuada. Que sea
posible no significa que esto le ocurra siempre, pudiendo resultarle tan
placentero un orgasmo como varios. Incluso es raro que una mujer alcance
múltiples orgasmos durante la mayor parte de su vida sexual.
Pero también existen semejanzas entre los orgasmos
femeninos y masculinos. Tanto en el varón como en las mujeres, la percepción de
las contracciones rítmicas de los músculos de la plataforma orgásmica (en
general cada 0,8 segundos) es la fuente de las intensas sensaciones placenteras que
se experimentan. La percepción de esas contracciones forma parte del
fenómeno orgásmico.
Hay muchas similitudes y otras tantas diferencias entre
los órganos sexuales femeninos y los masculinos, pero ambos sexos comparten el
órgano sexual más importante: el cerebro, que nos permite acceder tanto a la
imaginación como al placer. Sin percepción y conciencia de placer no habría
orgasmo.
Muchas mujeres manifiestan necesitar un contacto íntimo
con el cuerpo del compañero o sentirse físicamente próximas. Necesitan también
mantener una buena comunicación con sus parejas y ser capaces de compartir
sentimientos y pensamientos sobre el sexo, sobre qué les gusta y qué les
disgusta, pues estos factores contribuyen al logro de una buena sexualidad.
Julia (42 años): Disfruto con los besos, abrazos, caricias, mirar y sentir a la otra persona. Tengo la sensación de que comparto muchas más cosas si no caemos en la estimulación genital, sobre todo cuando empezamos a conocernos mutuamente.
Lo que se llama "buen sexo" es algo más que genital. Implica dos personas explorándose mutuamente, amándose con intensidad, acariciándose, contemplándose, y el orgasmo puede ser la cima de tal acto, pero solo es un factor (no necesariamente el mejor) en un complejo proceso.
Julia (42 años): Disfruto con los besos, abrazos, caricias, mirar y sentir a la otra persona. Tengo la sensación de que comparto muchas más cosas si no caemos en la estimulación genital, sobre todo cuando empezamos a conocernos mutuamente.
Lo que se llama "buen sexo" es algo más que genital. Implica dos personas explorándose mutuamente, amándose con intensidad, acariciándose, contemplándose, y el orgasmo puede ser la cima de tal acto, pero solo es un factor (no necesariamente el mejor) en un complejo proceso.
Podemos crear tantos grados diferentes y clases de sexo
como queramos, conduzcan o no al orgasmo, y sean o no genitales. Si la
definición del placer sexual es sostener el deseo y conseguir excitarse más y
más, entonces se abren muchas mayores posibilidades para el placer sexual y para excitar a la otra persona. El
intenso contacto físico es una de las actividades posibles más satisfactorias,
en y por sí mismo.
MITOS SOBRE EL ORGASMO FEMENINO
A pesar de la difusión actual de
muchos temas sexuales, subsisten creencias equivocadas acerca del orgasmo
femenino. ¿Cuáles son?
“La mujer alcanza el orgasmo solamente con el coito.”
Falso. El
clítoris es el órgano femenino del orgasmo; dentro de la vagina existe poca
sensibilidad.
“El mejor orgasmo es cuando
ambos miembros de la pareja lo alcanzan simultáneamente.”
Falso. Además de ser muy difícil, por la diferencia de tiempos de
excitación entre la mujer y el varón, lo cierto es que la actitud de buen
compañerismo que implica procurar el placer del otro, produce un estímulo extra
en todo el aparato psíquico de cada uno, lo cual conduce a una satisfacción
final más plena en cada uno, a su turno. Encontrar el orgasmo simultáneo, puede
plantearse como un juego y no como una nueva exigencia.
“La cantidad de orgasmos indica
en qué medida la relación sexual ha sido satisfactoria.”
Pensar en términos de cantidad genera malos entendidos y exigencias, que
suelen dar lugar a la angustia y a disfunciones sexuales.
“Hay mujeres que no pueden
tener orgasmos y nunca podrán.”
No es verdad. En mujeres sanas, sin alteraciones del sistema nervioso o
vascular, sin compromiso patológico muscular causado por alguna enfermedad
sistémica, la anorgasmia sucede por falta de información y de autoconocimiento.
También puede deberse a la falta de una buena técnica sexual con la pareja o a
problemas de orden emocional.
“Las mujeres sexualmente
normales son multiorgásmicas.”
La capacidad multiorgásmica es una posibilidad de algunas mujeres, no una
obligación, y depende de la sensibilidad de cada mujer, del autoconocimiento de
su cuerpo, de la capacidad de fantasear y de concentrarse en el estímulo
sexual, y de la habilidad de la pareja. El sexo es para disfrutar, no una
competencia, por lo tanto si una mujer está satisfecha con un orgasmo, ¿para
qué más?
“Sin orgasmo la mujer no puede
disfrutar.”
No. Las mujeres disfrutan mucho del cortejo, de los juegos sensoriales, del
intercambio amoroso con su pareja. Muchas, refieren disfrutar más de un juego
prolongado que de un orgasmo fugaz.
“Si la mujer no tiene
orgasmos, debe fingir para que su pareja no se resienta.”
Absolutamente no. Si no hay orgasmos, ambos deben ayudarse para mejorar la
relación a través de información científica correcta o realizar una consulta
con un/a sexólogo/a clínico/a.
“El varón tiene que saber
cómo proveerle un orgasmo a una mujer.”
No. Una mujer tiene que conocer su cuerpo y transmitirle a la pareja sus
gustos y necesidades. Los hombres no pueden adivinar lo que pasa con cada
mujer, porque cada una es diferente.
¿Que se necesita para que el orgasmo "aparezca”?
Un cuerpo sano,
autoconocimiento del propio cuerpo, estimulación adecuada, libertad para
percibir sensaciones y sentimientos eróticos y confiar en la persona con la que
estamos.
EL ORGASMO MASCULINO
¿En qué se diferencia del femenino?
¿Va siempre acompañado de la eyaculación? ¿Los hombres pueden tener orgasmo
múltiple?
La cuestión es
que la sexualidad femenina, y especialmente, la capacidad de las mujeres para
sentir orgasmos múltiples, ha sido materia de discusiones, intrigas,
investigaciones, disquisiciones… Pero,
¿y los hombres?
Todavía hoy muchos dan por sentado que el orgasmo masculino consiste en eyacular. De hecho, las mujeres sentimos que hemos cumplido con
nuestra misión de dar placer al otro cuando esto sucede.
Sin embargo, no es tan así. El orgasmo masculino se puede dar junto con la eyaculación o no. Un
hombre que ha eyaculado no necesariamente ha llegado al clímax y hasta puede
padecer de anorgasmia, igual que nosotras.
En el libro que está considerado como la Biblia de la
sexualidad, el informe de Masters y
Johnsonpublicado en los sesentas, se dice que " los procesos fisiológicos que intervienen en
el orgasmo femenino son análogos a los observables en el orgasmo masculino,
pero la capacidad de experimentar orgasmos múltiples en un lapso temporal
limitado es superior en la mujer promedio que en el varón promedio."
Aunque es cierto que es común que se presenten simultáneamente y por eso tienden a confundirse como un mismo fenómeno.
Aunque es cierto que es común que se presenten simultáneamente y por eso tienden a confundirse como un mismo fenómeno.
Las investigaciones de Alfred Kinsey sugirieron que más de la mitad de los
muchachos preadolescentes podían tener su segundo orgasmo poco después del
primero y que casi un tercio podía tener hasta cinco orgasmos o más, uno detrás
de otro. Esto llevó a Kinsey a afirmar que "se puede alcanzar el clímax sin
eyaculación".
Herant Katchadourian,
en su libro "La sexualidad humana", explica: "Algunos hombres pueden inhibir
la emisión de semen al tiempo que experimentan las contracciones orgásmicas: en
otras palabras, tienen orgasmos sin eyacular. Tales orgasmos no parecen estar
seguidos por un período refractario (pérdida de erección), lo que permite a
estos hombres tener orgasmos múltiples como las mujeres".
El Tantra, disciplina hinduista que recurre a la sexualidad para alcanzar estados
superiores de conciencia (en especial al control conciente del clímax), conoce esto desde hace mucho tiempo. Esta disciplina
sabe desde hace milenios que es precisamente la eyaculación lo que aparta al
hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual que lleva a los niveles de
conciencia cósmicos. El arte supremo para un Shiva tántrico, consiste en
permanecer indefinidamente en el punto límite, el que da acceso al "paraíso
sexual cerebral", el verdadero orgasmo masculino.
El Tao, filosofía china, comparte ese punto de vista.
Jolang Chang en su libro "Tao de l'Art d'Aimer" (El Tao del arte de
amar), escribe: "Me preguntan con frecuencia qué placer puedo experimentar
si sólo eyaculo una vez de cada cien. En general respondo esto: 'No cambiaría
ciertamente el placer intenso que yo experimento con el vuestro. Los doce años
durante los cuales me dediqué a ese placer vinculado al instante de la
eyaculación son para mí largos años perdidos. Ahora puedo decir que el acto sexual sin eyaculación
representa también la eliminación de una tensión, pero sin explosión. Es un
placer que se traduce por un apaciguamiento y no por violencia, una fusión
voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y más transcendente que
uno mismo. Es un sentimiento de comunión en un todo, no una
separación; de unión estrecha y de participación, y no un espasmo individual y
solitario que excluye a la pareja. No hay palabras para describirlo."
Hay algo en lo que coinciden todas las fuentes. Hacer
el amor con apresuramientos, sin detenerse en los detalles, conducirá a la insatisfacción, tanto a hombres como a mujeres.
Así que ahora, muchachas, pidamos lentitud,
concentración y detallismos. ¡A disfrutar del camino más que de llegar a la
meta!
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