miércoles, 10 de septiembre de 2014

Disfunción sexual, ¿cómo afecta a las mujeres?

DISFUNCIÓN SEXUAL,
¿CÓMO AFECTA A LAS MUJERES?
DESCUBRE LAS DISFUNCIONES SEXUALES MÁS COMUNES EN LAS MUJERES, DE ACUERDO CON LOS EXPERTOS.

La disfunción sexual, ¡no es solo un problema masculino! De acuerdo con el portal de bienestar WebMD, las investigaciones revelan que el 43% de las mujeres sufren de algún tipo de incomodidad o molestia al tener relaciones sexuales. Descubre los trastornos más comunes, de acuerdo con los expertos.


Nuestra salud sexual puede sufrir por varios motivos. Tanto en hombres como en mujeres, puede verse afectada por factores físicos (en el caso de una anatomía anormal o dañada), emocionales, psicológicos, culturales; por problemas en la pareja o por el estrés, explicó a Yahoo Mujer el Bruce B. Lee, director médico y cofundador de la clínica Halt Medical.


Los desórdenes sexuales. “La pérdida de la salud sexual puede manifestarse de muchos modos, que incluyen el trastorno del deseo sexual hipoactivo, el trastorno de la excitación sexual y el trastorno del orgasmo, que son independientes pero no exclusivos”, relató el experto. Descubre a continuación en qué consiste cada uno.


Trastorno del deseo sexual hipoactivo. De acuerdo con la ginecóloga y obstetra Terry Hoffman, esta condición se diagnostica cuando la falta de deseo sexual de una persona es persistente, o cuando el hecho de tener sexo causa angustia y surgen problemas en los vínculos. “Es un trastorno muy común, y suele ocurrir más en mujeres que en hombres”, señaló a Yahoo Mujer.


Cómo nos afecta. El Dr. Michael Krychman, director ejecutivo del Centro de California del Sur para la Salud Sexual y Medicina del Sobreviviente, explicó a Yahoo Mujer que este trastorno afecta la salud mental y física de las personas, así como también su calidad de vida. “Varios estudios estiman que 1 de cada 10 mujeres lo padece”, aseguró. 


Por qué aparece. Hoffman expresó que el trastorno del deseo sexual hipoactivo puede tener varias causas. Frecuentemente, ocurre en determinados momentos del ciclo menstrual, durante el embarazo, el posparto o la lactancia, y en las etapas pre o posmenopáusicas. “Otras veces, su origen puede ser cultural, especialmente en sociedades en las cuales las mujeres son consideradas propiedad del esposo y gozan de poca autonomía”, resaltó. Añadió que algunos fármacos pueden provocar este desorden y también el hecho de que un miembro de la pareja sea diagnosticado con una afección médica severa. 

¿Cómo se trata? Lee mencionó que este desorden puede surgir de una situación puntual o ser un problema general que trascienda a la pareja. “El tratamiento en ambos casos busca determinar los factores subyacentes que están causando la disfunción, y solucionarlos”, explicó.

Trastorno de la excitación sexual. Este desorden ocurre cuando la mujer siente el deseo de tener relaciones sexuales, pero no logra excitarse físicamente o mantenerse excitada durante el tiempo suficiente como para concluir el acto. De acuerdo con Hoffman, esto puede manifestarse con la falta de lubricación vaginal.


¿A quiénes afecta? La experta expresó que este problema aparece comúnmente en mujeres menopáusicas o en el período posmenopáusico. Esto puede ocurrir porque la falta de estrógeno provoca una atrofia, haciendo más fino el tejido que recubre la vagina. “Esto provoca dolor en la penetración, aun cuando se utilizan lubricantes artificiales, y en ocasiones sangrado o desgarramiento de la mucosa vaginal”, contó.


Trastorno del orgasmo. Según Lee, consiste en la imposibilidad de tener orgasmos. Puede ser de dos tipos: la mujer sufre de anorgasmia primaria cuando jamás ha experimentado un orgasmo (lo cual puede ocurrirle al 10-15% de las mujeres), o de anorgasmia secundaria, cuando sí ha logrado uno o más orgasmos en el pasado, pero actualmente no lo alcanza.


Un tercer tipo. Además, Hoffman comentó que existe la anorgasmia situacional, que ocurre cuando la mujer puede tener orgasmos solo bajo circunstancias específicas, como por ejemplo masturbándose. “Todas las variantes de este desorden pueden resultar frustrantes para la paciente y su pareja”



Las causas. Lee explicó que este trastorno puede responder a diferentes causas, que incluyen traumas sexuales, estrés emocional o psicológico, problemas en la pareja y condiciones médicas o físicas (por ejemplo, daños neurológicos o patologías que provoquen dolor al tener relaciones sexuales).


¿Cómo se trata? Según Krychman, los tratamientos para el trastorno del orgasmo pueden involucrar educación sexual, terapia cognitiva y del comportamiento, y masturbación dirigida con el objetivo de enseñarle a la mujer a alcanzar un orgasmo al concentrarse en la estimulación placentera.


Dispareunia. Este trastorno ocurre cuando la mujer tiene un dolor genital persistente o recurrente al tener sexo. “Puede deberse a inflamaciones, infecciones, daños en la vagina o en el área circundante, o por falta de lubricación proveniente de los cambios hormonales, como la menopausia”, enumeró Krychman.


A buena salud, ¡buen sexo! “Por lo general, la salud física y mental acarrean salud sexual”, aseguró Lee, con lo cual cuidarte por dentro y por fuera ¡será siempre una excelente idea! Eso sí: si crees que sufres alguna de las condiciones mencionadas, no dudes en acudir a tu médico, ya que los tres expertos consultados están de acuerdo en que la mayoría de los problemas sexuales son tratables, ¡siempre que pidas ayuda profesional!


martes, 9 de septiembre de 2014

¿Existe una normalidad sexual?

¿Existe una normalidad sexual?

Copiado de De Yahoo Mujer | Hablemos de sexo 


Muchas personas me piden en la consulta o vía e-mail que les diga si determinada conducta sexual es normal o no. Cada una de esas inquietudes apunta a una de las serias preocupaciones de gran cantidad de gente en la sociedad actual. Al parecer, para muchas personas es importante saber que encajan dentro de la normalidad y eso les brinda mucha tranquilidad, independientemente del significado que se dé al término.
Por ejemplo, la frecuencia sexual es una fuente de preocupaciones, dudas e inseguridades en un buen número de parejas y personas que quieren saber cuál es la frecuencia normal con la que una persona debe mantener relaciones sexuales. Por ello se preguntan: ¿cuál es la frecuencia sexual “normal” para una pareja: una, dos o tres veces a la semana, o incluso más veces?
La frecuencia es un tema que cada pareja tiene que pactar, de acuerdo con sus propias necesidades, sin ajustarse a las estadísticas. Más aún, obligarse a alcanzar determinadas frecuencias sexuales suele repercutir negativamente en la intimidad. Mucho más que la cantidad, importa la calidad de los encuentros y el grado de satisfacción de la pareja.
También, muchos me preguntan respecto al número de orgasmos, tamaños, y determinadas prácticas sexuales, buscando una respuesta que muestre la normalidad en cifras.
La normalidad es un término sumamente relativo, que depende de muchas variables, y se halla influenciado por los niveles de educación, el nivel socio cultural, y también se relaciona con la salud. Pero nunca puede tomarse como un concepto estadístico.
Es importante saber que no existe un modelo de sexualidad único. Cada persona o cada pareja tienen que encontrar lo que realmente le gusta y satisface, así como lo que le sienta mejor y prefiera. La base se encuentra en el respeto mutuo. El placer como experiencia personal no se mide ni se evalúa, simplemente se disfruta.
Tal como dice, Wardel B. Pomeroy, “sería más fácil borrar la palabra 'normal' de nuestro vocabulario antes que contestar esta pregunta. Después de todo, desde el punto de vista de la salud física y psíquica de un individuo, qué cosas hacemos sexualmente no es ni remotamente tan importante con cómo nos sentimos cuando las hacemos”.
Es importante tener en cuenta al ser humano individual y no al irrelevante, ilógico y psicológicamente dañino encasillamiento de las conductas sexuales en "normales" o "anormales". Cabe recordar un pensamiento del filosofo Epícteto: "A los hombres no les inquietan las cosas sino las visiones que ellos tienen de estas".

Frecuencia sexual: no define la calidad de los encuentros sexuales

La frecuencia de las relaciones sexuales es un tema que obsesiona tanto como la cantidad de erecciones y orgasmos que se deben tener. "¿Es normal nuestra frecuencia sexual? ¿Se supone que varía durante el transcurso de los años? Al principio era diferente", escucho a diario en mi consultorio. Pero se trata de un tema que inquieta mucho más a los hombres que a las mujeres, preocupados por la cantidad mucho más que por la calidad. Muchas parejas, equiparan su intimidad con lo considerado "normal" para no sentirse fuera de carrera. Pero, ¿las encuestas realmente describen lo que sucede? Y, por otro lado, ¿una pareja debe guiarse por lo que hacen los demás o por sus deseos y las características de su vínculo?  


En verdad, no podemos hablar de una normalidad en cuanto a frecuencia sexual, en primer lugar porque el término normal remite a un concepto estadístico y por otro lado, la regularidad con la que una pareja haga el amor dependerá de lo que ambos sientan o quieran y también de lo que crean que es lo suficiente y satisfactorio para ellos. Hay parejas que sostienes relaciones sexuales con mucha regularidad y llevan una vida matrimonial cruel, mientras que otras son felices en sus matrimonios y sostienen relaciones una vez al mes.
Cuando surgen conflictos de frecuencia (una de las dos personas desea tener relaciones más o menos frecuentemente que la otra), la relación de pareja puede verse afectada. En estos casos es imprescindible que se trabaje la comunicación sexual abierta y honesta, que se evalúen los motivos por los que existe el cambio en el deseo, las alternativas de satisfacción que uno u otro tiene, y que se fomente la intimidad emocional de la pareja independientemente del aspecto sexual.
Pero hay algo cierto que puede hacer que una pareja disminuya la frecuencia de sus relaciones y es el caer en la monotonía, haciendo que en vez de que una relación sea divertida y apasionada, se llegue a convertir en algo tedioso. Para esto la solución es usar al máximo la imaginación en cada encuentro: adoptar diferentes posiciones, hacer el amor en otros lugares que no sean la cama, y que hacen que suba la adrenalina, (en la parte trasera del auto, en la cocina, la bañera, o en algún hotel). Pueden también recurrir a cualquier jueguito que se les ocurra o a los muy estimulantes comestibles en todo el cuerpo.
No se trata de centralizar el problema en torno al número de relaciones que se tienen por semana, sino lo que esas relaciones significan en términos de placer y satisfacción.

ORGASMOS FEMENINO Y MASCULINO


La presencia de la eyaculación en el varón marca una importante diferencia entre los orgasmos masculinos y femeninos. El varón, luego de haber eyaculado comienza una fase en la cual le resulta fisiológicamente imposible alcanzar otro orgasmo o eyacular nuevamente. Se trata del “período refractario”, dependiendo su duración de varios factores como el cansancio, la edad, y el estímulo.
En cambio, la mujer puede alcanzar uno o más orgasmos sucesivos si se mantiene una estimulación adecuada. Que sea posible no significa que esto le ocurra siempre, pudiendo resultarle tan placentero un orgasmo como varios. Incluso es raro que una mujer alcance múltiples orgasmos durante la mayor parte de su vida sexual.
Pero también existen semejanzas entre los orgasmos femeninos y masculinos. Tanto en el varón como en las mujeres, la percepción de las contracciones rítmicas de los músculos de la plataforma orgásmica (en general cada 0,8 segundos) es la fuente de las intensas sensaciones placenteras que se experimentan. La percepción de esas contracciones forma parte del fenómeno orgásmico.
Hay muchas similitudes y otras tantas diferencias entre los órganos sexuales femeninos y los masculinos, pero ambos sexos comparten el órgano sexual más importante: el cerebro, que nos permite acceder tanto a la imaginación como al placer. Sin percepción y conciencia de placer no habría orgasmo.
Muchas mujeres manifiestan necesitar un contacto íntimo con el cuerpo del compañero o sentirse físicamente próximas. Necesitan también mantener una buena comunicación con sus parejas y ser capaces de compartir sentimientos y pensamientos sobre el sexo, sobre qué les gusta y qué les disgusta, pues estos factores contribuyen al logro de una buena sexualidad.


Julia (42 años): Disfruto con los besos, abrazos, caricias, mirar y sentir a la otra persona. Tengo la sensación de que comparto muchas más cosas si no caemos en la estimulación genital, sobre todo cuando empezamos a conocernos mutuamente. 


Lo que se llama "buen sexo" es algo más que genital. Implica dos personas explorándose mutuamente, amándose con intensidad, acariciándose, contemplándose, y el orgasmo puede ser la cima de tal acto, pero solo es un factor (no necesariamente el mejor) en un complejo proceso.
Podemos crear tantos grados diferentes y clases de sexo como queramos, conduzcan o no al orgasmo, y sean o no genitales. Si la definición del placer sexual es sostener el deseo y conseguir excitarse más y más, entonces se abren muchas mayores posibilidades para el placer sexual y para excitar a la otra persona. El intenso contacto físico es una de las actividades posibles más satisfactorias, en y por sí mismo.



MITOS SOBRE EL ORGASMO FEMENINO

A pesar de la difusión actual de muchos temas sexuales, subsisten creencias equivocadas acerca del orgasmo femenino. ¿Cuáles son?
“La mujer alcanza el orgasmo solamente con el coito.”
Falso. El clítoris es el órgano femenino del orgasmo; dentro de la vagina existe poca sensibilidad.

“El mejor orgasmo es cuando ambos miembros de la pareja lo alcanzan simultáneamente.”
Falso. Además de ser muy difícil, por la diferencia de tiempos de excitación entre la mujer y el varón, lo cierto es que la actitud de buen compañerismo que implica procurar el placer del otro, produce un estímulo extra en todo el aparato psíquico de cada uno, lo cual conduce a una satisfacción final más plena en cada uno, a su turno. Encontrar el orgasmo simultáneo, puede plantearse como un juego y no como una nueva exigencia.

“La cantidad de orgasmos indica en qué medida la relación sexual ha sido satisfactoria.”
Pensar en términos de cantidad genera malos entendidos y exigencias, que suelen dar lugar a la angustia y a disfunciones sexuales.

“Hay mujeres que no pueden tener orgasmos y nunca podrán.”
No es verdad. En mujeres sanas, sin alteraciones del sistema nervioso o vascular, sin compromiso patológico muscular causado por alguna enfermedad sistémica, la anorgasmia sucede por falta de información y de autoconocimiento. También puede deberse a la falta de una buena técnica sexual con la pareja o a problemas de orden emocional.

“Las mujeres sexualmente normales son multiorgásmicas.”
La capacidad multiorgásmica es una posibilidad de algunas mujeres, no una obligación, y depende de la sensibilidad de cada mujer, del autoconocimiento de su cuerpo, de la capacidad de fantasear y de concentrarse en el estímulo sexual, y de la habilidad de la pareja. El sexo es para disfrutar, no una competencia, por lo tanto si una mujer está satisfecha con un orgasmo, ¿para qué más?

“Sin orgasmo la mujer no puede disfrutar.”
No. Las mujeres disfrutan mucho del cortejo, de los juegos sensoriales, del intercambio amoroso con su pareja. Muchas, refieren disfrutar más de un juego prolongado que de un orgasmo fugaz.

“Si la mujer no tiene orgasmos, debe fingir para que su pareja no se resienta.”
Absolutamente no. Si no hay orgasmos, ambos deben ayudarse para mejorar la relación a través de información científica correcta o realizar una consulta con un/a sexólogo/a clínico/a.

 “El varón tiene que saber cómo proveerle un orgasmo a una mujer.”
No. Una mujer tiene que conocer su cuerpo y transmitirle a la pareja sus gustos y necesidades. Los hombres no pueden adivinar lo que pasa con cada mujer, porque cada una es diferente.

¿Que se necesita para que el orgasmo "aparezca”? 
Un cuerpo sano, autoconocimiento del propio cuerpo, estimulación adecuada, libertad para percibir sensaciones y sentimientos eróticos y confiar en la persona con la que estamos.

EL ORGASMO MASCULINO
¿En qué se diferencia del femenino? ¿Va siempre acompañado de la eyaculación? ¿Los hombres pueden tener orgasmo múltiple?
La cuestión es que la sexualidad femenina, y especialmente, la capacidad de las mujeres para sentir orgasmos múltiples, ha sido materia de discusiones, intrigas, investigaciones, disquisiciones… Pero, ¿y los hombres?  
Todavía hoy muchos dan por sentado que el orgasmo masculino consiste en eyacular. De hecho, las mujeres sentimos que hemos cumplido con nuestra misión de dar placer al otro cuando esto sucede.
Sin embargo, no es tan así. El orgasmo masculino se puede dar junto con la eyaculación o no. Un hombre que ha eyaculado no necesariamente ha llegado al clímax y hasta puede padecer de anorgasmia, igual que nosotras.
En el libro que está considerado como la Biblia de la sexualidad, el informe de Masters y Johnsonpublicado en los sesentas, se dice que " los procesos fisiológicos que intervienen en el orgasmo femenino son análogos a los observables en el orgasmo masculino, pero la capacidad de experimentar orgasmos múltiples en un lapso temporal limitado es superior en la mujer promedio que en el varón promedio."
Aunque es cierto que es común que se presenten simultáneamente y por eso tienden a confundirse como un mismo fenómeno.
Las investigaciones de Alfred Kinsey sugirieron que más de la mitad de los muchachos preadolescentes podían tener su segundo orgasmo poco después del primero y que casi un tercio podía tener hasta cinco orgasmos o más, uno detrás de otro. Esto llevó a Kinsey a afirmar que "se puede alcanzar el clímax sin eyaculación".
Herant Katchadourian, en su libro "La sexualidad humana", explica: "Algunos hombres pueden inhibir la emisión de semen al tiempo que experimentan las contracciones orgásmicas: en otras palabras, tienen orgasmos sin eyacular. Tales orgasmos no parecen estar seguidos por un período refractario (pérdida de erección), lo que permite a estos hombres tener orgasmos múltiples como las mujeres".
El Tantra, disciplina hinduista que recurre a la sexualidad para alcanzar estados superiores de conciencia (en especial al control conciente del clímax), conoce esto desde hace mucho tiempo. Esta disciplina sabe desde hace milenios que es precisamente la eyaculación lo que aparta al hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual que lleva a los niveles de conciencia cósmicos. El arte supremo para un Shiva tántrico, consiste en permanecer indefinidamente en el punto límite, el que da acceso al "paraíso sexual cerebral", el verdadero orgasmo masculino.
El Tao, filosofía china, comparte ese punto de vista. Jolang Chang en su libro "Tao de l'Art d'Aimer" (El Tao del arte de amar), escribe: "Me preguntan con frecuencia qué placer puedo experimentar si sólo eyaculo una vez de cada cien. En general respondo esto: 'No cambiaría ciertamente el placer intenso que yo experimento con el vuestro. Los doce años durante los cuales me dediqué a ese placer vinculado al instante de la eyaculación son para mí largos años perdidos. Ahora puedo decir que el acto sexual sin eyaculación representa también la eliminación de una tensión, pero sin explosión. Es un placer que se traduce por un apaciguamiento y no por violencia, una fusión voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y más transcendente que uno mismo. Es un sentimiento de comunión en un todo, no una separación; de unión estrecha y de participación, y no un espasmo individual y solitario que excluye a la pareja. No hay palabras para describirlo."
Hay algo en lo que coinciden todas las fuentes. Hacer el amor con apresuramientos, sin detenerse en los detalles, conducirá a la insatisfacción, tanto a hombres como a mujeres.
Así que ahora, muchachas, pidamos lentitud, concentración y detallismos. ¡A disfrutar del camino más que de llegar a la meta!



¿Se puede ser feliz en el matrimonio con poco sexo?

¿Se puede ser feliz en el matrimonio con poco sexo?

Copiado de De Yahoo Mujer | Hablemos de sexo 


“Tenemos 34 años y probablemente hayamos tenido sexo alrededor de seis veces en el último año. ¿Y honestamente? Somos perfectamente felices”, relató una mujer, anónimamente, a la revista Redbook.Enseguida aclara que su dieta sexual no se debe a que sea puritana, sino que, simplemente, tanto ella como su marido no consideran que el sexo sea un pilar de la relación. El debate es inevitable: ¿es posible sostener un matrimonio feliz con poco y nada de sexo?
Vivir con la libido baja
El caso de esta mujer no es el único: se estima que el 15% de las parejas casadas no han tenido relaciones sexuales en los últimos seis meses a un año, de acuerdo con datos que reveló a The New York Times Denise Donnelly, profesora asociada de Sociología de la Universidad del estado de Georgia e investigadora de matrimonios asexuados.  
 ¿Es posible mantener una relación de pareja sin sexo?



¿Cuantas veces nos hemos sentidos culpables por darnos tiempo para disfrutar de nosotras mismas con la duda interna de si estaré siendo “una buena madre”, “buena hija”, “buena esposa” , “buena amiga” o “buena mujer”?
LA CULPA: UN ANTIPLACER MUY EFECTIVO  
La culpa, dicen los expertos, inunda de forma subterránea nuestras vidas, hasta el punto de regular muchas de nuestras conductas.

“Cuando te sientes culpable, por el motivo que fuere, no te sientes merecedora de nada bueno”, explica en entrevista para Yahoo Mujer Elisa Botti, especialista en psicologías alternativas y autora del libro Concebidas sin pecado ( 2013).
“Lo que estás necesitando inconscientemente es que te castiguen”, apunta la especialista. “Y por más terrible que parezca, lo que hace el castigo es que alivia esa culpa”.
Según Botti, se trata de un sentimiento especialmente arraigado en las mujeres “porque afecta a nuestra esencia”. Y más aún en el ámbito sexual, donde puede tener un efecto inhibidor, dice la especialista. “Cada vez que una mujer siente el deseo de un hombre y consume el acto sexual, en el inconsciente colectivo femenino ya la están culpando. Por más que se diga que la mujer tiene libertad sexual, en el inconsciente sigue grabado ese saboteador que te dice: eso que estás haciendo está mal”.



Vivir con culpa
Desde un punto de vista psicológico, explica Botti, la culpa aparece cuando juzgo que lo que digo o hago daña a otro.
“Siempre surge como referencia a paradigmas (modelos mentales) aprendidos y que por algún motivo no queremos o no podemos cumplir. Cuando hago algo fuera de estas supuestas verdades y no cumplo con lo que se pretende de mi, aparece la culpa”, describe la experta.
“Es una voz interna que me dice tendrías que haber hecho esto o no tendrías que haber hecho aquello”, sostiene.
Aún así, señala, no siempre es negativa. “Es positiva cuando implica revisar si mis acciones están bien”. Sin embargo, si con ella me voy a invalidar, entonces deja de ser buena para mi”.
Conducta aprendida
Del mismo modo, apunta la especialista, el sentimiento de culpa no está inscrito en nuestra naturaleza, “no es constitutivo del ser sino algo aprendido”.
“Cuando llegamos al mundo, vamos recibiendo información a través de personas a las que le damos autoridad absoluta: nuestros padres. De ellos aprendemos cómo se han ido relacionando en todos los aspectos de la vida: en el trabajo, en la pareja, con el dinero. Y esa manera de relacionarse se va instalando en el cerebro a modo de programa”, sostiene la experta.
¿Pero cómo la interiorizamos? Botti recurre a un ejemplo: “Una niña escucha a su madre contando lo problemático que fue su parto y que puso en riesgo la vida de la mujer. Esa conversación recurrente creará en su mente un diálogo interno que la colocará como responsable del bienestar de su madre. Frente a cualquier malestar de su progenitora, la niña podrá sentirse responsable y se exigirá ayudarla. Y si en algún momento siente que no puede o no quiere hacerlo, se culpará”.
Programados frente a la amenaza
Según describe la autora de Concebidas sin pecado, nacemos con tres programas: el programa de defensa, el de alimentación y el programa de reproducción. Cada uno cumple con un objetivo y nunca puede haber más de un programa en nuestro interior.
“Si estoy esperando que me castiguen, entonces el programa que se abre es el de defensa, naturalmente nuestra naturaleza responde por una cuestión de supervivencia”.
¿Cómo me conecto con el placer? “Sucede cuando cierro mi programa de defensa, cuando dejo de percibir que lo que estoy haciendo puede dañar a otros o no responde a las expectativas del otro”.
Decodificar la culpa
El requisito frente a la culpa, dice Botti, es revisar desde qué lugar me estoy moviendo, es decir, “cuáles son los paradigmas, las supuestas verdades que me dicen qué debo ser y cómo lo debo hacerlo”.
Para ello, dice Botti, primero necesitamos indagar en los modelos mentales que nos rigen. “Cuál es el ‘deber ser’ de nuestra familia (‘debes ser una niña buena’, ‘debes ser condescendiente’, etc.).Es una voz que yo tengo en mi cabeza y que me pudo haber dicho mi mamá, mi papá”.
El siguiente paso, según la escritora, es ver si eso me sirve en mi vida, hoy. “Porque si lo que me decían es que tengo que ser buena, y si soy buena y permito que me hagan daño, ese paradigma no me sirve“
Es necesario, dice Botti, “revisar si esos mandatos me permiten construir una vida flexible o me instalan en espacios de exigencia que me generan sufrimiento; si me permiten hacer lo que siento o me obligan a hacer lo que debo. Si elijo o me someto”.
La invitación, por tanto, señala, es a construir una versión de ti misma que te permita disfrutar de la vida, dejando de percibir la amenaza constante. “De esta manera cerrarás tu programa de defensa, te relajarás y podrás conectarte con el placer (en las formas en que lo elijas)”, concluye la especialista.